EL UNIVERSAL
jueves 26 de enero de 2012 12:00 AM
Nueva York.- El venezolano Jesús Aguais, director ejecutivo y fundador de la organización Aids for Aids en Nueva York, será reconocido en mayo por su lucha contra el sida en diversos países, donde envía medicinas para personas que viven con la enfermedad.
Aguais recibirá el premio Dennis de León Voz de Compromiso durante la gala anual de recaudación de fondos de la Comisión Latina sobre el Sida que se celebrará el 18 de mayo.
El evento tendrá por lema el "VIH no tiene fronteras", informó ayer Guillermo Chacón, presidente de la Comisión, quien destacó que Aguais "ha sido un defensor incansable y apasionado en la batalla contra el VIH/Sida en el mundo".
"El tema de este año reconocerá a personas como Jesús que han contribuido a la causa del VIH/Sida a través de su sentido de solidaridad, acción y compromiso para concienciar acerca del impacto del sida entre los hispanos en Estados Unidos, Puerto Rico, Latinoamérica y el Caribe", señaló Chacón.
Recordó que el premio que se entregará a Aguais fue creado en honor a Dennis de León, fundador de la Comisión, por su compromiso con personas que viven con el virus.
Aguais fundó Aid For Aids International en 1996, institución que se ha convertido en la más grande dedicada al reciclaje de medicamentos para pacientes de VIH/Sida en el mundo.
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martes, 31 de enero de 2012
jueves, 26 de enero de 2012
martes, 24 de enero de 2012
Aumenta contagio de sida en Latinoamérica por falta de prevención
ÚN | EFE.- El número de muertos por sida en América Latina ha descendido debido al mayor acceso al tratamiento antirretroviral, pero sigue en aumento el contagio por la falta de programas de prevención, informó hoy el Programa de la ONU sobre el Sida (ONUSIDA).
"Por cada persona en tratamiento tenemos dos nuevas infecciones. Así nunca acabaremos con la enfermedad. Claro que hay que evitar las muertes, pero más importante aún es prevenir la infección. La prevención se ha relajado", señaló hoy a Efe el director regional para América Latina de ONUSIDA, César Núñez.
Dos tercios de la inversión para luchar contra la epidemia en la región latinoamericana se dedica al tratamiento, y el tercio restante a prevención.
"Pero además, los programas de prevención se dedican casi exclusivamente a la población más afectada: hombres que tiene sexo con hombres, trabajadoras sexuales y usuarios de drogas", según César Núñez.
De hecho, a pesar de que la financiación internacional representa sólo un 5 % del total, la parte dedicada a la prevención se centra exclusivamente en la población más afectada.
Para Núñez, los programas de prevención deberían ser más amplios, y abarcar a toda la población, especialmente a los más jóvenes, que parecen haberle perdido el miedo al sida.
"Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 25 % de los partos en América Latina son de menores de 17 años, lo que quiere decir que los jóvenes tienen sexo sin protección. Aunque es un dato indirecto, nos demuestra que los jóvenes son susceptibles de contagio. Es obvio que falta información y educación sexual", explicó.
Se estima que cada año se producen en la región 100.000 nuevas infecciones, y el número de personas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) aumentó de 1,3 millones en 2001 a 1,5 millones en 2010.
De estos, el 36 % son mujeres. Una cifra que ha aumentado dramáticamente en los dos últimos lustros, ya que si en 2001 por cada diez hombres infectados había una mujer, esta tasa ha aumentado a tres por cada fémina.
Una de las razones que explican este aumento de las infecciones entre las mujeres es que éstas son contagiadas por sus esposos o compañeros que, con anterioridad, han tenido relaciones no seguras con trabajadoras sexuales, o en muchos casos, con otros hombres.
De hecho el principal foco de transmisión en la región son los hombres que mantienen relaciones con otros hombres sin protección.
"En América Latina perdura el estigma contra los homosexuales. Por eso la práctica, en muchos lugares, sigue escondiéndose, y esos hombres contagian a sus compañeras mujeres con las que viven, a pesar de que su sexualidad es otra".
Panamá y Nicaragua fueron los últimos países latinoamericanos a abolir leyes homofóbicas en 2008, "pero el estigma social persiste", por lo que hay que hacer campañas que incidan en la no discriminación, lo que a su vez ayudará a la lucha contra la enfermedad", puntualizó Núñez.
Según los datos disponibles, entre el 3 y el 20 % de los hombres latinoamericanos tienen relaciones con otros hombres a lo largo de su vida.
Dependiendo del país, entre un 32 y un 78 % de los hombres que mantienen relaciones con otros hombres también lo hacen con mujeres, y entre un 1,7 y un 41 % están casados.
Actualmente el 64 % de la población infectada cuenta con acceso a tratamiento, algo que debe mejorar, no sólo en número sino en efectividad, dado que se ha detectado que en muchos casos, el tratamiento llega "demasiado tarde, cuando la enfermedad ya se ha desarrollado".
De hecho, Núñez destacó un problema que, a pesar de que está mejorando, persiste: la falta de planificación ha llevado a la ausencia de medicamentos en países que incluso son productores de genéricos, como Brasil.
Fuente: ONUSIDA
"Por cada persona en tratamiento tenemos dos nuevas infecciones. Así nunca acabaremos con la enfermedad. Claro que hay que evitar las muertes, pero más importante aún es prevenir la infección. La prevención se ha relajado", señaló hoy a Efe el director regional para América Latina de ONUSIDA, César Núñez.
Dos tercios de la inversión para luchar contra la epidemia en la región latinoamericana se dedica al tratamiento, y el tercio restante a prevención.
"Pero además, los programas de prevención se dedican casi exclusivamente a la población más afectada: hombres que tiene sexo con hombres, trabajadoras sexuales y usuarios de drogas", según César Núñez.
De hecho, a pesar de que la financiación internacional representa sólo un 5 % del total, la parte dedicada a la prevención se centra exclusivamente en la población más afectada.
Para Núñez, los programas de prevención deberían ser más amplios, y abarcar a toda la población, especialmente a los más jóvenes, que parecen haberle perdido el miedo al sida.
"Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 25 % de los partos en América Latina son de menores de 17 años, lo que quiere decir que los jóvenes tienen sexo sin protección. Aunque es un dato indirecto, nos demuestra que los jóvenes son susceptibles de contagio. Es obvio que falta información y educación sexual", explicó.
Se estima que cada año se producen en la región 100.000 nuevas infecciones, y el número de personas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) aumentó de 1,3 millones en 2001 a 1,5 millones en 2010.
De estos, el 36 % son mujeres. Una cifra que ha aumentado dramáticamente en los dos últimos lustros, ya que si en 2001 por cada diez hombres infectados había una mujer, esta tasa ha aumentado a tres por cada fémina.
Una de las razones que explican este aumento de las infecciones entre las mujeres es que éstas son contagiadas por sus esposos o compañeros que, con anterioridad, han tenido relaciones no seguras con trabajadoras sexuales, o en muchos casos, con otros hombres.
De hecho el principal foco de transmisión en la región son los hombres que mantienen relaciones con otros hombres sin protección.
"En América Latina perdura el estigma contra los homosexuales. Por eso la práctica, en muchos lugares, sigue escondiéndose, y esos hombres contagian a sus compañeras mujeres con las que viven, a pesar de que su sexualidad es otra".
Panamá y Nicaragua fueron los últimos países latinoamericanos a abolir leyes homofóbicas en 2008, "pero el estigma social persiste", por lo que hay que hacer campañas que incidan en la no discriminación, lo que a su vez ayudará a la lucha contra la enfermedad", puntualizó Núñez.
Según los datos disponibles, entre el 3 y el 20 % de los hombres latinoamericanos tienen relaciones con otros hombres a lo largo de su vida.
Dependiendo del país, entre un 32 y un 78 % de los hombres que mantienen relaciones con otros hombres también lo hacen con mujeres, y entre un 1,7 y un 41 % están casados.
Actualmente el 64 % de la población infectada cuenta con acceso a tratamiento, algo que debe mejorar, no sólo en número sino en efectividad, dado que se ha detectado que en muchos casos, el tratamiento llega "demasiado tarde, cuando la enfermedad ya se ha desarrollado".
De hecho, Núñez destacó un problema que, a pesar de que está mejorando, persiste: la falta de planificación ha llevado a la ausencia de medicamentos en países que incluso son productores de genéricos, como Brasil.
Fuente: ONUSIDA
lunes, 23 de enero de 2012
Posicionamiento de ONUSIDA Venezuela en relación a la penalizacion de la transmision del VIH/SIDA
El VIH se transmite de tres maneras, como lo son: perinatal; sanguínea (transfusiones y compartir jeringuillas contaminadas) y por las relaciones sexuales, sin embargo continua teniendo una mayor notificación como una Infección de Transmisión Sexual (ITS). Lo que ha provocado que todo lo relacionado a la transmisión por esa vía monopolice el debate en cuanto a las formas de prevención, que por lo general, están llenas de prejuicios, mitos y desinformaciones. A eso se suma, que en nuestra región, América Latina, la mayoría de las personas pertenece a grupos previamente estigmatizados, discriminados y perseguidos de la sociedad, como lo son: personas homosexuales, transexuales, trabajadoras y trabajadores sexuales, consumidores de droga, privados de libertad.
En este escenario las propuestas tradicionales de salud pública para la prevención deben deslastrase poco a poco del carácter punitivo y de policía sanitaria que imperado con anteriores epidemias relacionadas a la transmisión sexual. Por tanto, aún muchos de los mecanismos propuestos para detener la expansión de la epidemia del VIH y sida, colisionan con derechos humanos, y hace que la responsabilidad repose solo en las personas afectadas o que conocen su condición. Adicionalmente, el hecho de la vinculación de la infección con la sexualidad y con poblaciones muy discriminadas de la sociedad, ha provocado que en una perspectiva de salud pública se refuerce la penalización de la transmisión, sin que en la mayoría de los casos, la prevención se atienda adecuadamente y con participación de la ciudadanía y las comunidades.
La mayoría de los códigos penales de los países de America Latina, con anterioridad a la epidemia del VIH y sida, tipifican la transmisión o contagio de gérmenes patógenos, ITS, propagación de epidemias, etc, bien como delitos de salud pública, seguridad pública, seguridad colectiva, seguridad común o lesiones, que en cuanto al sujeto activo del delito pueden ser causadas con intencionalidad (dolo), impericia, imprudencia o negligencia.
De ordinario la epidemia del VIH se ha diseminado sin premeditación, puesto que la mayoría de las personas desconoce su condición de salud. La transmisión intencional o malintencionada del VIH no está documentada como hecho que ocurre con la frecuencia, que haga necesario tomar medidas extraordinarias para ello.
Por tanto, “la creación de delitos específicos de VIH no es, en términos generales, algo necesario ya que las leyes penales vigentes son suficientes para castigar a las personas que, específicamente, busquen transmitir el VIH a otras personas (tomado del documento: 10 Razones para oponerse a la penalización de la exposición al y la transmisión del VIH, publicado por Open Society Institute, 2008)
El documento anteriormente citado insiste en que la aplicación de leyes penales a la exposición y transmisión del VIH no reduce la propagación de la epidemia y para ello presenta tres (3) argumentos contundentes, relacionados a la incapacitación, rehabilitación y persuasión, pues no colabora en nada a detener las relaciones sexuales inseguras y otras forma de transmisión, tampoco promueve cambios de conducta o persuasión para revelar la condición de salud a otros.
Ciertamente aun existen muchos prejuicios relacionados al VIH y sida, tales como: mitos errados en cuanto a transmisión, moral y conducta de los afectados, responsabilidad de la sociedad en general, que han determinado el alto grado de estigma, discriminación, violación y amenazas de violación de derechos humanos que sufren las comunidades afectadas y en situación de vulnerabilidad. Esta situación a tenido una particularidad en el diagnostico y los temores relacionados a él, la confidencialidad y otros asuntos que hasta fecha han alejado a las personas del diagnostico y seguimiento clínico.
Es razonable que la comunidad activista y de afectados vea con mucha preocupación estas iniciativas de penalización de la transmisión o exposición al VIH, bien sean intencionales, imprudentes o negligentes, puestos que las mismas se enmarcan en escenarios que poco han hecho para desarrollar activas y efectivas estrategias comunicacionales y de educación que apoyen a las comunidades a prevenirse, participar en la prevención y proteger a otros. Veamos algunas evidencias al respecto:
De acuerdo al documento “PREVENIR NUEVAS INFECCIONES POR EL VIH | INFORME SOBRE LA EPIDEMIA MUNDIAL DE SIDA 2008” (ONUSIDA): Los programas de prevención, en especial en países con epidemias concentradas (caso América Latina), no llegan a muchas personas con un riesgo elevado de exposición al VIH, entre ellas, la mayoría de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y los usuarios de drogas inyectables. Los jóvenes de 15 a 24 años representan el 45% del total de nuevas infecciones por el VIH en adultos, y gran cantidad de jóvenes aún no cuentan con información completa y exacta acerca de cómo evitar la exposición al virus.
La Consulta Internacional sobre Penalización de la Transmisión del VIH, promovida por ONUSIDA y el PNUD (Ginebra, Oct-Nov 2007), concluyó:
Necesidad de que la respuesta al VIH se rija por los derechos humanos. Hay evidencias que aquellos países que han seguido esta recomendación han detenido la expansión de la epidemia.
Necesidad de ser muy cautelosos a la hora de aplicar el derecho penal. La epidemia del VIH continúa su expansión mayormente sin que las personas estén conscientes de ello y sin intención de causar daños a otros. La penalización de la transmisión solo se justificaría en lo casos que la misma sea intencional con animo de causar un daño.
La necesidad de incrementar la prevención. La Consulta reconoció como urgente y prioritario la prevención basada en evidencias, la despenalización de los grupos marginados, pues las leyes punitivas están impidiendo un efectivo trabajo de prevención.
En cuanto a la protección de mujeres y niñas, potencialmente expuestas a la infección por VIH existe necesidad de leyes, políticas basadas en los derechos humanos, particularmente lo referido a una vida libre de violencia, acceso a la educación, igualdad de oportunidades y empoderamiento.
Recomendaciones:
Tomando en cuenta los derechos humanos, que deben imperar en las legislaciones penales, para evitar violaciones a la libertad personales y otros derechos y garantías, me inclino a que los legisladores verifiquen reformas orientadas a eliminar los delitos de contagio o de seguridad pública, y que toda retribución penal por daños intencionales o dolosos se oriente por los delitos contra las personas, en este caso las lesiones personales.
La propuesta penal, en el escenario que se presenta donde todavía muchas personas que ignoran su condición respecto de la infección por VIH, incluido las eximentes por desconocimiento de la infección o evidencia físicas de la misma, dificultades de la prueba. Aunado a la redacción confusa e imprecisa, hacen que la aplicación de las penas por el delito este condicionada a muchas circunstancias que impiden su retribución.
Habría que ponderar que aparte de la transmisión sexual, el delito podría configurarse por otros mecanismos de infección, como pueden ser la transmisión vertical. Por tanto normas como estas deben ser muy cuidadosas en su redacción y preparación.
No basta con la norma penal, habría que pensar en todo lo que se requiere para preparar al sistema penal; jueces, empleados de justicia, fiscales, defensores públicos, lo que significa esfuerzos humanos y financieros que podrían más bien ser orientados a la prevención.
En comunidades en donde las poblaciones en situación de vulnerabilidad continúan severamente estigmatizadas y discriminadas, tales como: homosexuales, transexuales, trabajadoras/es sexuales, personas que usan drogas, la penalización podría ser utilizada como instrumento para la persecución.
En este escenario las propuestas tradicionales de salud pública para la prevención deben deslastrase poco a poco del carácter punitivo y de policía sanitaria que imperado con anteriores epidemias relacionadas a la transmisión sexual. Por tanto, aún muchos de los mecanismos propuestos para detener la expansión de la epidemia del VIH y sida, colisionan con derechos humanos, y hace que la responsabilidad repose solo en las personas afectadas o que conocen su condición. Adicionalmente, el hecho de la vinculación de la infección con la sexualidad y con poblaciones muy discriminadas de la sociedad, ha provocado que en una perspectiva de salud pública se refuerce la penalización de la transmisión, sin que en la mayoría de los casos, la prevención se atienda adecuadamente y con participación de la ciudadanía y las comunidades.
La mayoría de los códigos penales de los países de America Latina, con anterioridad a la epidemia del VIH y sida, tipifican la transmisión o contagio de gérmenes patógenos, ITS, propagación de epidemias, etc, bien como delitos de salud pública, seguridad pública, seguridad colectiva, seguridad común o lesiones, que en cuanto al sujeto activo del delito pueden ser causadas con intencionalidad (dolo), impericia, imprudencia o negligencia.
De ordinario la epidemia del VIH se ha diseminado sin premeditación, puesto que la mayoría de las personas desconoce su condición de salud. La transmisión intencional o malintencionada del VIH no está documentada como hecho que ocurre con la frecuencia, que haga necesario tomar medidas extraordinarias para ello.
Por tanto, “la creación de delitos específicos de VIH no es, en términos generales, algo necesario ya que las leyes penales vigentes son suficientes para castigar a las personas que, específicamente, busquen transmitir el VIH a otras personas (tomado del documento: 10 Razones para oponerse a la penalización de la exposición al y la transmisión del VIH, publicado por Open Society Institute, 2008)
El documento anteriormente citado insiste en que la aplicación de leyes penales a la exposición y transmisión del VIH no reduce la propagación de la epidemia y para ello presenta tres (3) argumentos contundentes, relacionados a la incapacitación, rehabilitación y persuasión, pues no colabora en nada a detener las relaciones sexuales inseguras y otras forma de transmisión, tampoco promueve cambios de conducta o persuasión para revelar la condición de salud a otros.
Ciertamente aun existen muchos prejuicios relacionados al VIH y sida, tales como: mitos errados en cuanto a transmisión, moral y conducta de los afectados, responsabilidad de la sociedad en general, que han determinado el alto grado de estigma, discriminación, violación y amenazas de violación de derechos humanos que sufren las comunidades afectadas y en situación de vulnerabilidad. Esta situación a tenido una particularidad en el diagnostico y los temores relacionados a él, la confidencialidad y otros asuntos que hasta fecha han alejado a las personas del diagnostico y seguimiento clínico.
Es razonable que la comunidad activista y de afectados vea con mucha preocupación estas iniciativas de penalización de la transmisión o exposición al VIH, bien sean intencionales, imprudentes o negligentes, puestos que las mismas se enmarcan en escenarios que poco han hecho para desarrollar activas y efectivas estrategias comunicacionales y de educación que apoyen a las comunidades a prevenirse, participar en la prevención y proteger a otros. Veamos algunas evidencias al respecto:
De acuerdo al documento “PREVENIR NUEVAS INFECCIONES POR EL VIH | INFORME SOBRE LA EPIDEMIA MUNDIAL DE SIDA 2008” (ONUSIDA): Los programas de prevención, en especial en países con epidemias concentradas (caso América Latina), no llegan a muchas personas con un riesgo elevado de exposición al VIH, entre ellas, la mayoría de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y los usuarios de drogas inyectables. Los jóvenes de 15 a 24 años representan el 45% del total de nuevas infecciones por el VIH en adultos, y gran cantidad de jóvenes aún no cuentan con información completa y exacta acerca de cómo evitar la exposición al virus.
La Consulta Internacional sobre Penalización de la Transmisión del VIH, promovida por ONUSIDA y el PNUD (Ginebra, Oct-Nov 2007), concluyó:
Necesidad de que la respuesta al VIH se rija por los derechos humanos. Hay evidencias que aquellos países que han seguido esta recomendación han detenido la expansión de la epidemia.
Necesidad de ser muy cautelosos a la hora de aplicar el derecho penal. La epidemia del VIH continúa su expansión mayormente sin que las personas estén conscientes de ello y sin intención de causar daños a otros. La penalización de la transmisión solo se justificaría en lo casos que la misma sea intencional con animo de causar un daño.
La necesidad de incrementar la prevención. La Consulta reconoció como urgente y prioritario la prevención basada en evidencias, la despenalización de los grupos marginados, pues las leyes punitivas están impidiendo un efectivo trabajo de prevención.
En cuanto a la protección de mujeres y niñas, potencialmente expuestas a la infección por VIH existe necesidad de leyes, políticas basadas en los derechos humanos, particularmente lo referido a una vida libre de violencia, acceso a la educación, igualdad de oportunidades y empoderamiento.
Recomendaciones:
Tomando en cuenta los derechos humanos, que deben imperar en las legislaciones penales, para evitar violaciones a la libertad personales y otros derechos y garantías, me inclino a que los legisladores verifiquen reformas orientadas a eliminar los delitos de contagio o de seguridad pública, y que toda retribución penal por daños intencionales o dolosos se oriente por los delitos contra las personas, en este caso las lesiones personales.
La propuesta penal, en el escenario que se presenta donde todavía muchas personas que ignoran su condición respecto de la infección por VIH, incluido las eximentes por desconocimiento de la infección o evidencia físicas de la misma, dificultades de la prueba. Aunado a la redacción confusa e imprecisa, hacen que la aplicación de las penas por el delito este condicionada a muchas circunstancias que impiden su retribución.
Habría que ponderar que aparte de la transmisión sexual, el delito podría configurarse por otros mecanismos de infección, como pueden ser la transmisión vertical. Por tanto normas como estas deben ser muy cuidadosas en su redacción y preparación.
No basta con la norma penal, habría que pensar en todo lo que se requiere para preparar al sistema penal; jueces, empleados de justicia, fiscales, defensores públicos, lo que significa esfuerzos humanos y financieros que podrían más bien ser orientados a la prevención.
En comunidades en donde las poblaciones en situación de vulnerabilidad continúan severamente estigmatizadas y discriminadas, tales como: homosexuales, transexuales, trabajadoras/es sexuales, personas que usan drogas, la penalización podría ser utilizada como instrumento para la persecución.
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